lunes, 3 de marzo de 2008

Anécdotas de viaje en servicio para Citesa.(I)

Como muchos citesianos recordareis yo me pasaba más tiempo en aviones y aeropuertos que en mi despacho, lo que dio lugar a multitud de situaciones curiosas, empezando porque, en un principio, Santiago Armisén quería que el que viajara fuera Gerardo Villanueva y no yo. Cuando todavía no habíamos venido a Málaga (1962) el Director Técnico de Standard decidió que había que viajar a Atenas por algo relacionado con una posible venta de aparatos telefónicos a la Administración griega. Así que Santiago Armisén (SA de ahora en adelante) nos llamó a Gerardo y a mí. Pero Gerardo no tenía pasaporte y el mío era válido tan sólo para algunos países (los del viaje fin de carrera), entre los que no estaba Grecia. Yo, que estaba preparando mi boda, puse todos los impedimentos habidos y por haber para viajar, así que, al final, fue SA. Pero, ya conocéis las Leyes de Murphy, durante el viaje murió la madre de SA y él llegó tarde al sepelio. Creo que de algún modo me culpó a mí. Así que cuando, a principios de 1965, ya en Málaga, hubo que viajar a Marruecos para visitar en Rabat a la Administración marroquí, SA le dijo a Gerardo que fuera él. Pero Gerardo le tenía verdadero pánico a volar y, con la excusa (por otra parte cierta), de que su mujer estaba a punto de dar a luz me pasó a mí el “viajecito”.
Visto que no me libraba del viaje, decidí sacar el máximo provecho posible, y como a mi mujer le apetecía mucho visitar Tánger, organicé el viaje para salir de Málaga un sábado por la tarde en el vuelo Málaga -Tánger, y el lunes a primera hora volar a Casablanca, para reunirme con el representante de ITT e ir con él a Rabat. Pero, una vez más Murphy, el 23 de marzo estalló una revuelta en Casablanca, los tanques en la calle, etc. Así que se retrasó el viaje. A la semana siguiente, cuando parecía que se había normalizado la situación, se decidió ir, pero SA me dijo: “Mira Lorenzo, yo que tú no me llevaba a Hortensia, por lo que pueda pasar”. Me pareció un buen consejo, así que organicé el viaje sin mi mujer. Después me di cuenta de que para qué quería pasar un día en Tánger yo solo, así que anulé el vuelo previsto y lo cambié para el día siguiente. Y, ciertamente, hice bien en hacer el cambio, pues el vuelo original se estrelló en Cabo Espartel (31/3/1965) muriendo 50 de los 53 ocupantes.

En el verano de 1965 había que viajar a Hong Kong, Sudán, Abisinia y Kenia para presentar el “Heraldo”. Como ya había estado en Marruecos me tocó la china. Además había que ir a Ginebra para obtener de la UIT (Unión Internacional de Telecomunicación) los resultados de las medidas de Equivalentes de Referencia realizadas en el laboratorio del CCITT. Fui primero a Hong Kong. Entonces no existía el Boeing 747, sino los mucho más pequeños 707 y DC8. El vuelo tardaba cerca de 24 horas. Málaga- Madrid-Roma-Emirato del Golfo-Bombay-Calcuta-Bangkok-Hong Kong. Naturalmente viajaba en turista. Unos cuantos días en Hong Kong, de allí a Ginebra, donde no tenían todavía los resultados de las medidas. Así que a Madrid y una semana después Ginebra -Addis Abeba (varios días de fiesta por ser el cumpleaños del Negus) así que para no perder tiempo Nairobi-Addis Abeba-Jartún- Madrid –Málaga. No he vuelto nunca a ninguno de los tres países africanos. En Sudán, especialmente lo pasé mal. En aquella época se produjo la escalada de la guerra del Vietnam, y leyendo la prensa (Life, Newsweek, Time) parecía que iba a estallar la 3ª Guerra Mundial. Y yo en un país con el que España no mantenía relaciones. El gobierno sudanés era extremista islámico. La semana anterior, en Nairobi leí una noticia según la cual los sudaneses habían tirado al Nilo, en zona infestada de cocodrilos, a 31 misioneros cristianos (católicos y protestantes). Al llegar a Jartún, me recibió en el aeropuerto el representante de ITT, y lo primero que me dijo fue que no se me ocurriera pedir bebidas alcohólicas. El calor era tal que un día de terral se recordaba como fresquito. Addis Abeba era deprimente. Un inglés enviado por UNICEF para formar a los jóvenes en técnicas de telecomunicación, se enteró de mi presencia y de que yo llevaba una película de 16 mm. sobre la fábrica de Citesa (Por cierto, ¿qué habrá sido de aquella película?). Así que me llamó al hotel y me preguntó que si podía proyectarla para sus chicos. Lo hice y de paso ví como vivían los pobres chicos. ¡Y esos eran los privilegiados! En Kenia, al llegar al aeropuerto me dieron una especie de pasaporte, escrito en inglés y swahili, donde decía que si tenías problemas lo enseñaras. Más o menos decía que el portador era un visitante que aportaba divisas al país, así que no le trataran mal. ¡Muy tranquilizador!
En ninguno de los tres países africanos se pudo vender nada. En el único sitio que tuve éxito fue en Hong Kong, donde se vendieron 85.000 Heraldos, venta que luego originó una serie de problemas. Pero, como diría Kipling, eso es otra historia. Ahora estamos en historias de viajes.
A finales de 1967, Telefónica pidió que uno de sus ingenieros visitara “Standard Telecommunication Laboratories”, en aquel momento el mejor de Europa en medidas telefonométricas. Dado que yo iba allí con frecuencia, me pidieron que le acompañara. Organicé el viaje de Málaga a Londres directo, con intención de encontrarme en Londres con el de Telefónica. Unos días antes del viaje me llamó un compañero de Comercial de Standard y me dijo que el ingeniero de Telefónica no había salido nunca de España ni hablaba inglés, así que sería mejor que yo fuese de Málaga a Barajas, me encontrase allí con él y ya juntos volar a Londres. Así lo hice, y llegamos al hotel reservado, en Bishop Stottford, un pueblecito cercano a los laboratorios. Por la mañana bajamos a desayunar al comedor del hotel y nos encontramos con otro compañero de Standard. Al acabar de desayunar el compañero nos dijo: “Esperadme un momento. Voy a ver si tienen el periódico de hoy, para ver si han encontrado la “caja negra”; ”¿A que caja te refieres?” le pregunté. “Ah. ¿No os habeís enterado?. Ayer se estrelló el avión que venía de Málaga” (4/11/1967). Me quedé pálido y se me indigestó el desayuno. ¡Era el vuelo en el que yo tenía reserva! Murieron los 37 ocupantes.
A estas alturas estaréis pensando que lo mejor es no viajar conmigo. Bueno, el caso es que aquí sigo, aunque me ocurrieron otros incidentes que contaré en próximas entregas, si os parece oportuno.

2 comentarios:

Rafael Vertedor dijo...

Lo que indica esto, Lorenzo, es que tu ángel de la guarda hace bien su trabajo

Jose Maria Reyes dijo...

Ahora entiendo de donde se ispiraron para crear el personaje de Indiana Jones.
Lorenzo, no sabia de tu vida tan aventurera. Un saludo
jose maria