Más sobre la exportación de Heraldos a Hong Kong.
El magnífico artículo de Rafael Serrano sobre su viaje a Hong Kong en 1966 me anima a contar mis vivencias sobre la exportación de Heraldos a dicha ciudad.
Como ya he contado en otro artículo en el verano de 1965 viajé a Hong Kong para tratar de vender teléfonos a la Hong Kong Telephone Company. Entonces la ciudad era colonia británica, tenía unos 4 millones de habitantes (de los que solo el 1% era no chino), y los precios eran, en general, bastante bajos. (Se podía comer en un restaurante de primera clase por el equivalente a unas 300 pesetas, incluyendo vino francés). Posiblemente debido a la suerte del principiante, el caso es que los convencí y realizaron un pedido de 85.000 aparatos en varios colores (entre ellos el negro, que daba muchos problemas de moldeo). La entrega se debía de realizar antes del final de año, por lo que se trabajó en fábrica contra reloj y con los problemas que ya he contado en el artículo sobre el Heraldo. Se realizó el envío por vía marítima, a través del Canal de Suez.
En el mes de julio de 1966 viajé a Colombia para vender teléfonos a la Empresa de Teléfonos de Bogotá. A la vuelta, y dado que debía pasar varias horas en Madrid hasta enlazar con el vuelo Madrid –Málaga, aproveché para ir a Citesa Madrid para contar a Alfredo Remón (que acababa de incorporarse a la compañía como Director de Marketing) como habían ido las cosas en Bogotá. Nada más verme me dijo que había un telex de Hong Kong diciendo que a los Heraldos se les rompía el bastidor. Le contesté que eso no era posible, dado que estaban moldeados en ABS. De hecho, uno de mis argumentos de venta era subirme en un Heraldo y saltar sobre él, con mis 80 kg. Se rayaba algo pero no se rompía. Así que pensé que se confundían con los aparatos similares de otros fabricantes que utilizaban poliestireno en lugar de ABS. Le dije a Remón que pidiera alguna muestra de bastidor roto. Una semana después me llamó Remón desde Madrid y me dijo que había recibido la muestra y que efectivamente era nuestra y estaba rota. Intervinieron ITTE e ITT Nueva York. Para estudiar el caso enviaron desde Nueva York a un experto en plásticos (el Dr. Thornton) con el que fui a los Laboratorios de Standard Telecommunication en Harlow (unos 50 km. al norte de Londres). Allí estudiaron el caso los expertos y dijeron que se trataba de migración del plastificante, que degradaba las características del ABS, como muy bien ha explicado Rafael Serrano. En un primer momento, confieso que a mí aquello me sonaba a ciencia-ficción. Para evaluar la situación nuestro Presidente, Mariano Gómez Mira, decidió que Remón y yo fuésemos a Hong Kong.
Cuando llegamos (julio de 1966) habían almacenado los teléfonos en una nave en la fábrica de Transelectronics, sin aire acondicionado y con el calor y humedad de Hong Kong. El ambiente era poco menos que irrespirable. El plastificante chorreaba por el bastidor, que se rompía como si fuese de queso de Burgos. Luego nos enteramos que la migración se ve potenciada por el calor y la presión, y el caso era que los pasachasis desarrollados para tapar la salida de los cables del teléfono, para evitar la entrada de cucarachas, ejercían una fuerte presión sobre el bastidor y eran los moldeados con el plastificante migratorio. Remón y yo hicimos un muestreo de los teléfonos y descubrimos que:
1) Prácticamente todos los bastidores estaban rotos.
2) Muchos timbres no funcionaban debido a la presencia de partículas de hierro en el entrehierro.
3) Algunos teléfonos presentaban signos de oxidación en algunas piezas.
Se decidió que Remón volviera a España y yo esperara en Hong Kong a la llegada del Jefe de Ingeniería de Aparatos de Standard Eléctrica, ya que entonces en Málaga no había Ingeniería. Claro que, para aprovechar el tiempo, Gómez Mira me dijo que en tanto llegaba José Luis de L´Hotellerie (el Jefe de Ingeniería de Aparatos) yo me fuera a Filipinas, donde se estaba estudiando la posible exportación de Heraldos. De vuelta de Manila y ya con L´Hotellerie en Hong Kong negociamos con la compañía de teléfonos de Hong Kong el procedimiento a seguir. Se vió que devolver los teléfonos a Málaga era inviable por problemas de tiempo, así que se decidió enviar a alguien para organizar la reparación y, al mismo tiempo, enviar desde Málaga, los repuestos necesarios.
Ya de vuelta en Málaga, Santiago Armisén pensó que la persona indicada para llevar a cabo la reparación, y, al mismo tiempo, asegurar la calidad de los aparatos reparados era Rafael Serrano. Así que le llamó a su despacho y se lo comunicó. Yo estaba presente y recuerdo que, como dice Rafael en su artículo, le dijo que sería cosa de “dos o tres semanas”.
Cuando Serrano llevaba en Hong Kong unos dos meses, Gómez Mira decidió ir a ver como iban las cosas, y me dijo que fuera con él. Por cierto que un buen día me llamó a su despacho y me dijo: “Mire Martínez, como vamos juntos usted viajará conmigo en primera”. No me había dado tiempo de sentarme en mi silla cuando me volvió a llamar: “¿Sabe usted la diferencia de precio entre primera y turista?”. Le contesté: “Algo así como 500.000 ptas.” “Bueno, es algo más, así que viajaremos en turista”. “No se preocupe, viaje usted en primera y yo iré en turista”. Pero insistió en que fuéramos los dos en turista. Como ya he comentado en otro artículo, los aviones de entonces eran mucho más pequeños que los de ahora, y en turista el espacio era minúsculo, con lo que casi 24 horas de avión se hacían muy duras. Y más si ya no eras joven, caso de Gómez Mira. Además el vuelo tuvo problemas por tormenta en una de las escalas, con lo que llegamos a Hong Kong con 4 horas de retraso.
En el aeropuerto estaba Serrano esperándonos. Supongo que debido al cabreo que tenía por llevar tanto tiempo allí, aumentado por el plantón en el aeropuerto, lo primero que le dijo a Gómez Mira fue: “¿Cuándo me vuelvo a Málaga?”.
Llegamos al hotel (el Hilton), y Gómez Mira dijo que iba a descansar un poco y que le esperásemos en mi habitación. Al quedarnos solos le dije a Serrano: “¿Cómo has recibido así a Gómez Mira?”. “Es que estoy muy harto de estar aquí, se me dijo que serían dos o tres semanas, ya llevo dos meses y todavía queda mucho trabajo. Además, para tratar de acabar cuanto antes, estoy trabajando 12 horas diarias, incluyendo sábados, sin cobrar horas extraordinarias. Por otra parte, estar aquí me está costando dinero, porque en Málaga hacía horas extra”. Al cabo de un rato llamó Gómez Mira y me dijo que fuera a su habitación. Lo primero que me expresó fue su malestar por la actitud de Serrano en el aeropuerto. Le expliqué los motivos y me preguntó: “¿Martínez usted cree que efectivamente está haciendo horas extra?” “No me cabe la menor duda” le contesté, “pero si usted tiene dudas, pregunte en Transelectronics, ya que ellos sabrán las horas que está allí” . “No hace falta preguntar nada, a mi vuelta a Madrid arreglaré el asunto de las horas de Serrano”.
Durante la estancia de Gómez Mira, Serrano y yo pasamos más hambre que un perrillo chico, porque era del tipo de persona que con un sándwich ya ha comido, así que el día que se fue nos apresuramos a irnos a un restaurante francés (Le Trou Normand) a desquitarnos.
Como cuenta Rafael en su escrito, había organizado una cadena de desmontaje-reparación-montaje-inspección con las chicas chinas. Verlos y, sobre todo, oirlos trabajar era todo un poema. Por ejemplo la jefa de equipo le decía a Rafael: “Este tim-ba is bad”. (Parece que tim-ba es “teléfono” en chino). Y así, en un español-chino-inglés, se entendían. En definitiva, Rafael hizo un magnífico trabajo, pero las pasó “canutas”.
Yo no volví a Hong Kong hasta casi 20 años después (parece un título de Dumas), y para entonces las cosas en Hong Kong habían cambiado muchísimo. Ahora eran ellos los que fabricaban teléfonos, los precios se habían disparado y los rascacielos habían proliferado.
jueves, 17 de abril de 2008
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1 comentario:
Vaya, vaya. Ahora empiezo a comprender porqué, después de adecentar algunos de mis Heraldos, al sacarlos de la caja al cabo de un tiempo me encuentro el cable rizado todo engrasado (hasta hoy pensaba que no enjuagaba bien el jabón (Mistol) con el que los limpio). Y efectivamente, tengo pequeñas fisuras (del grosor de un cabello) en algunas carcasas en el rebaje para pasar los cables.
Un saludo.
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