sábado, 5 de julio de 2008

Anécdotas de CITESA



Anécdotas de CITESA..


Hasta ahora las notas que he preparado para el blog han sido más bien de tipo histórico-técnico. Hoy trato de recordar algunas historietas o sucedidos. Ante todo quiero dejar claro que espero que nadie se sienta ofendido, lo que cuento está narrado exclusivamente con “animus jocandi”, que dicen los abogados. En todo caso, si es conveniente, no daré los nombres de los protagonistas.


El León y el Tristón
.- Durante la segunda mitad de 1963 y el principio de 1964 estuvimos muy atareados montando y echando a andar la fábrica. Entonces el Jefe de Calidad era mi amigo y compañero de curso en la Escuela de Telecomunicación Gerardo Villanueva, mientras que yo era el Jefe de Ensamble y Laboratorio de Telefonometría. Gerardo siempre ha tenido cierta propensión a ver la botella “medio vacía”, mientras que yo siempre la veo “medio llena”. Era frecuente que, cuando había algún problema en las líneas de ensamble fuéramos Gerardo y yo a ver si encontrábamos la solución. Gerardo siempre vaticinaba los peores males, mientras que yo veía alguna solución fácil. En aquella época ponían en TVE una serie de dibujos animados protagonizada por un león optimista y un zorro pesimista llamado “Tristón”, cuya frase favorita era: “Debí de imaginármelo!” Ni que decir tiene que pronto nos “bautizaron” como “El León y el Tristón”.


El Cautivo.- Tan pronto como comenzamos la producción para Telefónica, ésta nombró un inspector residente, con objeto de inspeccionar los envíos en fábrica antes de su salida hacia los almacenes de Telefónica. El tal inspector era un individuo bastante original. Se decidió suministrar a los empleados de Citesa con tareas en laboratorios, unas batas blancas. Inmediatamente el citado inspector pidió que se le suministraran a él. Las batas eran de varias tallas, y como el inspector era bastante alto se le entregaron de la talla grande. El caso es que se pasaron y le estaban muy largas, llegándole hasta los tobillos. ¿Bata blanca hasta los tobillos? Ni que decir tiene que se le empezó a llamar “El Cautivo”. (Nota para los lectores no malagueños: El Cautivo es la denominación de una imagen de Jesucristo, que se procesiona el Lunes Santo, muy venerada en Málaga y, especialmente, en el barrio de la Trinidad donde Citesa estaba situada. La dicha imagen muestra a Jesús de pie, vestido con una larga túnica blanca).

¡ Ah…Perdón!.- Esta historia no la conozco de primera mano sino que me la contaron. Así que no puedo garantizar su autenticidad, pero “si non é vero é ben trovato”.
NN era alto y fuerte y, como muchos otros, le tenía pánico a las inyecciones. Pero en cierto momento necesitó inyectarse y acudió a la clínica de Citesa. La ATS (entonces se decía “practicante”) era una señorita muy amable, que indicó a NN que la inyección debía ponerse en donde la espalda pierde su casto nombre. Así que NN se bajó los pantalones y el calzoncillo y la ATS le inyectó. En ese momento NN se sintió mal, la cabeza le daba vueltas, se quedó blanco y empezó a derrumbarse, vamos que se mareó. La ATS trató de sujetarle para evitar que se diese un golpe, pero ya he dicho que NN era alto y fuerte, es decir pesaba mucho, con lo que se derrumbó arrastrando a la ATS, y cayendo sobre ella. En ese preciso instante se abrió la puerta de la clínica y asomó una cabeza, que al ver la escena, NN con los pantalones y gayumbos bajados, situado sobre la ATS, no dijo más que:¡Ah..Perdón! retirándose discretamente.


¡Enfermera….!.- Esta historia, como la anterior, me la han contado, por lo que no puedo asegurar su veracidad. Uno de sus protagonistas es la ATS de la historia anterior. El otro un joven titulado muy tímido. El caso es que el día de la inauguración oficial de Citesa se dió eso que entonces se llamaba “una copa de vino español”, es decir canapés, aperitivos, refrescos, vino, etc. El citado joven, parece ser que bebió algo más de lo oportuno y, según salía del edificio de oficinas, al pasar por donde entonces estaba la clínica, movido por los efectos del alcohol empezó a gritar a voz en cuello: ¡enfermera, tócame la pera!


El Director “sumergido”.- Cierto día, calculo que a principios de los ’70, nuestro Director General Santiago Armisén me pidió que subiera a su despacho con José Antonio Maestre. No recuerdo exactamente la razón, pero posiblemente fuera para hablar del desplazamiento de Maestre a STL Harlow para intervenir en el desarrollo del primer teléfono electrónico. Armisén tenía en su despacho un sillón con ruedas que, además, tenía un resorte que permitía echarse hacia atrás. En el curso de la conversación Armisén empezó a recostarse, pero pronto fue descendiendo hasta que desapareció entre la mesa y el armario que tenía detrás. El efecto era como si se estuviese “hundiendo”. Al final se oyó un chasquido y cayó con las piernas en alto y la espalda en el suelo. Maestre y yo fuimos en su socorro, por un lado muertos de risa, por lo cómico de la situación, pero, por otro, preocupados por si se había hecho daño. Sacarle de su situación no fue empresa fácil Afortunadamente no le ocurrió nada.

PS 1886.- Muchos de vosotros recordareis a Keith Preece. Era el Director Técnico de ITTE para el área de Aparatos de Abonado. Venía frecuentemente a Málaga y yo le veía además en las reuniones de Directores Técnicos que manteníamos tres o cuatro veces al año, cada vez en una ciudad. Terminamos siendo buenos amigos. Por entonces yo había descubierto el whisky de malta, hoy frecuente en España, pero entonces prácticamente desconocido. Preece por su parte era un enamorado del brandy Larios 1886. Así que llegamos al acuerdo de que cada vez que nos íbamos a ver yo llevaría “1886” y él “Glennfiddich”. (Intercambio tecnológico se llama esta figura). En cierta ocasión estaba yo en una reunión en STL Harlow cuando me llamaron desde Málaga para decirme que acababa de recibir un telex (todavía no había fax y mucho menos e-mail) de Preece desde Bruselas citándome a una reunión el lunes siguiente. En el telex me pedía que llevara copias de una serie de dibujos de PS’s (piezas sueltas). Pedí a Ingeniería que me preparara las copias solicitadas y que, junto con el billete de avión y reserva de hotel, me dejaran todo en mi despacho, ya que llegaba a Málaga el viernes por la tarde. La idea era recoger todo el sábado por la mañana y viajar a Bruselas el domingo por la tarde. Cuando llegué a mi despacho el sábado me encontré con un montón de copias y una nota que decía: “No hemos encontrado ningún PS que sea el PS 1886”. En el telex Preece decía.”….and bring 1886, please”

Please bring “Magno”.- La anécdota anterior me recuerda otra similar. En ITT (Nueva York) había un departamento que se dedicaba a reservar hotel o vuelos a los miembros de ITT que visitaban Nueva York. El jefe de dicho departamento se llamaba Jim Franco. Era de origen italiano y muy extrovertido. Siempre estaba gastando bromas. Con los españoles su broma favorita era decir: “I’m Franco, but not the general”. La verdad es que se portó muy bien conmigo, siempre me reservaba las mejores habitaciones, incluso cuando había un lleno. En cierta ocasión me llamó por teléfono para decirme que iba a venir a Málaga en el curso de un viaje por Europa con su mujer y su hija. Me pidió que le buscase un buen hotel en la costa y le recomendase que sitios visitar. Así lo hicimos y quedó muy contento de su visita a Málaga. Algún tiempo después tuve que ir a Nueva York de improviso, así que le llamé para pedirle hotel. Me dijo que no me preocupara y me pidió que le llevase “Magno”. Di por sentado que se refería al brandy, así que compré una botella. Cuando ya en su despacho de Park Avenue, se la entregué puso una cara muy rara y dijo: “What is that?” “What you asked for” le contesté. “No, I don’t asked for brandy but for soap” ¡Lo que quería era jabón Magno de La Toja! Lo había conocido durante su visita a España y a su mujer le había gustado mucho. En cualquier caso se quedó con el brandy (que le gustaba a él). Posteriormente le hice llegar el jabón.



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