domingo, 9 de diciembre de 2007

La primera exportación de los Aparatos de Previo Pago

La primera exportación de estos aparatos, desarrollados y fabricados por Citesa fue a Hungría y tuvo lugar en los primeros años de la década de los 90.

(Corrección: El 29/2/08 corrijo lo indicado en el párrafo anterior. La exportación a Hungría no fué la primera, sino la segunda. Como nos recuerda Lorenzo Martínez la primera vez que el TRM se vendió fuera de España fué a Estados Unidos en 1986. El nos contará los detalles en alguna ocasión)

Hubo una licitación de la operadora húngara Matáv Hungarian Telecommunications Company Ltd. (HTC) que le llegó a Luis Méndez, Director de Exportación de Citesa en aquel momento, a través de Alcatel Hungría, cuyo director era Johann Schusseleder, de nacionalidad austríaca. Luis Méndez se ocupó de hacer la oferta y presentamos el modelo Alcatel 7001. El esquema era que Citesa facturaba a Alcatel Hungría quien a su vez vendía a la operadora Matáv y daba soporte local.

Luis Méndez se prejubiló y el equipo de I+D, junto conmigo como comercial, continuamos con el proyecto.

La oferta de Citesa/Alcatel Hungría fue la ganadora, aunque, antes de que fuese oficial la decisión, hubo que vencer algunos escollos. La operadora húngara pedía entre las condiciones de la licitación que se acreditara que el producto había sido comercializado en al menos en tres países distintos. Nuestro aparato sólo se había vendido a Telefónica en España en aquel tiempo.

Tuvimos que presentar documentación indicando el número de unidades vendidas en España y dando datos de contacto de Telefónica donde podrían contrastar las referencias.

Finalmente nos adjudicaron la licitación lo que fue una gran alegría para todos por ser la primera vez que Citesa iba a exportar un aparato de telefonía pública.

Ahora quedaba hacer las adaptaciones del producto a la red húngara junto con la adaptación del validador a las monedas del país.

El tema del validador fue un serio escollo más que hubo que solucionar. En la oferta de Citesa se había contemplado el mismo validador de Azkoyen que se montaba en los aparatos para España, pero se demostró que no tenía capacidad suficiente para no aceptar las monedas fraudulentas que eran muy frecuentes en Hungría. Matáv tenía una especial sensibilidad con este tema porque con otros aparatos que habían adquirido a otros fabricantes en épocas anteriores habían tenido serios problemas de fraude.
Había una gran cantidad de monedas de otros países cercanos, como Polonia, Rusia, Grecia, Yugoslavia (antes de su desintegración), etc. cuyas dimensiones y características ferromagnéticas eran muy similares a las monedas húngaras de curso legal y que tenían mayor valor que el de las monedas fraudulentas.

Esto nos obligó a utilizar el validador de Azkoyen más alto de gama y que tenía un mayor poder de discriminación. El incremento de coste lo tuvimos que absorber disminuyendo los márgenes tanto Alcatel Hungría como Citesa.

Nos costó trabajo y tiempo conseguir un juego de monedas fraudulentas en número suficiente para que Azkoyen pudiera hacer los ajustes necesarios al validador para evitar el problema. Recuerdo que no había suficientes monedas griegas de un determinado valor (creo era de 200 dracmas el valor conflictivo). y tuve que llamar a la Embajada de España en Atenas para pedirles nos enviaran unas doscientas monedas de ese tipo. Al principio les pareció extraña la petición pero finalmente y muy amablemente por su parte, nos las enviaron. Para agradecerle la gestión le regalamos un teléfono de sobremesa a la funcionaria que se ocupó del tema.

El equipo de I+D que se ocupó de hacer las adaptaciones correspondientes y llevaron el proyecto desde el punto de vista técnico eran Javier Pareja, como responsable del Dpto de Sistemas, Jorge Valencia, como Ingeniero de Sistemas del proyecto y en la parte de desarrollo SW, Carlos Gallego , que en paz descanse. Formábamos un auténtico equipo y los proyectos (este y los que siguieron en el futuro) los tomábamos más como cosa nuestra que de la empresa. El espíritu era de implicación total y había que sacarlos adelante venciendo todos los escollos que se presentaran.

Hemos de recordar que, de alguna manera , la dirección había decidido que los teléfonos públicos no tenían futuro y por consiguiente no se le iba a dar el apoyo necesario y fue , probablemente, el hecho de que nos adjudicaran este proyecto de Hungría, lo que consiguió mantener con vida los teléfonos de monedas por muchos años más, casi hasta la fecha actual.

En el capítulo de las anécdotas recordamos que nosotros hacíamos bromas diciéndoles, especialmente a los más jóvenes del equipo, que había que hacer “lo que fuera” para sacar el proyecto adelante y que si había que recurrir a ofrecerse “personalmente” al Cliente para solucionar algún escollo, pues habría que hacerlo.

Jorge Valencia había tenido cierto éxito, aunque solo a nivel platónico contemplativo que sepamos, con una húngara que vino a recibir un curso de entrenamiento y a la que le había gustado Jorge y ya seguíamos las bromas con él.

En una ocasión vinieron un ingeniero y una inspectora de Matáv a hacer una prueba de aceptación del validador. El ingeniero tenia toda la pinta de ser homosexual , pues un dia hasta se presentó con unas pantalones a través de los cuales se le transparentaban los calzoncillos de leopardo. Lo conocíamos de visitas anteriores y de broma le decíamos a Jorge que ya que había tenido tanto éxito con las mujeres húngaras , si éste reclamaba los “servicios” para dar la aprobación, pues tendría que aceptar por el bien del proyecto. La Inspectora era feísima y totalmente antierótica. Pero a Jorge le dijimos antes de que él la viera que era guapísima y que había tenido suerte si ella reclamaba también sus “servicios” como condición para que dieran el visto bueno.

El ingeniero "gay" y la inspectora estaban en la sala de reuniones de I+D en Martiricos esperando a que viniera Jorge y cuando nos dirigíamos él y yo hacia la sala, yo le insistía: “Jorge, ¡que suerte has tenido, la húngara es guapísima!”. Ante estos comentarios , incluso me instó a apresurarnos para llegar a la sala cuanto antes y, cuando entramos y al darse cuenta de lo feísima que era, se volvió rápidamente hacia mí y me dijo: “Me has engañado y si hay que “sacrificarse” prefiero al maricón”.

Redactado con la colaboración de Jorge Valencia

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