sábado, 12 de abril de 2008

Mi viaje a Hong Kong. 1966

Una de las primeras exportaciones de aptos. telefónicos Heraldo, color negro, fué a la antigua colonia británica de Hong-Kong. Creo que fueron alrededor de los 80.000 aptos., no me acuerdo de la cifra correcta.

A mediados de Agosto de 1966 fuí llamado al despacho de S.Armisén quien me comunicó que habían pensado en mí para llevar a cabo un viaje a Hong-Kong (alrededor de unos 15 días, ja, ja) a fin de averiguar qué había de cierto en las quejas de la Compañía Telefónica de esta ciudad sobre la calidad de los teléfonos recibidos. La idea era que comprobara “in situ” el problema y a continuación montara una minicadena de reparación de aptos dañados.

Según me informaron, antes de iniciar la excursión, había dos problemas principales: los timbres mudos y la rotura de los bastidores de los aptos. Lo de los timbres no nos cogía de sorpresa pues ya en Fábrica teníamos experiencia en este tema: las partículas metálicas que se provocaban dentro del aparato al manipular los inserts de los bastidores, más las que a veces venían incorporadas en las cajas de transporte de los timbres se introducían en los entrehierros de los mismos, dejándolos completamente mudos. Sin embargo, lo más novedoso era el problema de rotura del bastidor. Hasta ese momento no se había producido una queja en ese sentido.

Según informaban desde H.K., el bastidor se partía por la parte posterior del mismo, justo en la zona donde entraban los cordones de extensión y microteléfono.Pero antes de explicar por qué ocurría ésto, voy a contar cómo fue el principio de la excursión.

Después de un largo viaje de varias horas, con escalas en Madrid, Roma, Bombay y Bankog, pasamos por encima de Vietnam (con absoluto silencio por parte del pasaje, hasta que nos avisaron que ya estábamos fuera del espacio aéreo) y llegamos finalmente a Hong Kong. Ese día se celebraba una fiesta (no sé de qué) con gran colorido y estruendo de cohetes. Debido a los cambios de hora y el largo recorrido estaba muy cansado, por lo que decidí meterme directamente en la cama del hotel Ambassador, sito en la calle Nathan Road de la Península de Kowloon. No había dormido ni una hora cuando un estruendo horrible, como si hubiera sido una bomba, me puso en pie en la cama con los pelos de punta y una taquicardia considerable. Se trataba de un poderoso petardo colocado a unos metros de la ventana de mi habitación. ¡Maravillosa bienvenida! Solo fue superada cuando al rato, al salir del hotel para dar un paseo, fui a punto de ser atropellado por un taxi al intentar cruzar la calle (¡ conducen por la izquierda !).

A la mañana siguiente llamé por teléfono a Mr.Wethey, presidente de Transelectronic, que era la fábrica de ITT adonde la Cía. Telefónica de Hong Kong enviaba los teléfonos defectuosos para su reparación. Tras muchas vacilaciones e interrupciones pude indicar a este Sr. que era necesario hablar con algún representante de la compañía telefónica e indicarle que Citesa había enviado a un técnico(¡yo!) para repararlos lo antes posible.

La entrevista, al día siguiente, con dicho representante fué bastante desagradable y eso que, por mi mal inglés (siempre fué muy malo), no me enteraba de la mitad de lo que me decía (solo por la expresión de su cara me daba cuenta que no estaba nada contento con los “ toys telephones”, como él los llamaba).

En Transelectronic habían preparado una planta adonde había amontonados, cuando yo llegué , una cantidad bastante considerable de teléfonos (¿400? , ¿500 ?) a los que tenía que intentar reparar. A partir de ese momento seguían llegando más.

Preparación para el trabajo
Como las personas que me iban ayudar en la reparación eran cuatro chicas chinas, Mr.Wethey tuvo la feliz idea de buscar en la Universidad china a uno de los pocos españoles que vivían entonces en la Colonia , hablaba perfectamente chino y que tenía cierta preparación.

Se trataba de un ex-seminarista , Daniel Cavero, que daba clases de español e inglés en la Universidad china, pues en H.K. había, por lo menos entonces, dos Universidades (la china y la inglesa). Este hombre llegó a Taiwán (Formosa) años atrás y escribía sobre la vida y las costumbres de la isla para una revista española; como no escribía muy bien de Chiang Kai Shek fue expulsado y declarado persona “non grata”.

Arribó a Hong Kong y se casó con una china, Cecilia, con la cual llegó a tener cuatro hijas. Este hombre me trató como un amigo y fué de una ayuda inestimable no solo en mi trabajo sino durante mi estancia en la ciudad.

Para facilitar mi comunicación con las operarias me confeccionó una lista de todos los elementos, piezas y componentes del teléfono, así como de las herramientas que usaríamos en la reparación. En un bloc, a la izquierda y de arriba abajo aparecían los nombres en español; a la derecha, en otra columna, las traducciones en inglés, y al final, más a la derecha, la última columna con la pronunciación en chino de todas las palabras.

Esto era completado con una lista en chino, pronunciada en español, de frases y palabras vulgares de uso común, tales como saludos (buenos días, buenas tardes, tarde, mañana, etc.) y frases usuales en la vida corriente.

Esto representó para mí una ayuda enorme, ya que en el trato diario con las operarias, de las cuales una hablaba algo de inglés, yo me dirigía a ellas con un lenguaje mezcla de inglés y chino (lástima no haberlo grabado). Por ejemplo, si necesitaba un destornillador, le decía a la jefecilla: - Fung, (era su nombre), please, one “losipay”. Losipay era como sonaba en chino la palabra correspondiente a un destornillador.

Aparte de esto siempre llevaba conmigo un pequeño diccionario de inglés-español.

Una vez que íbamos al restaurante a almorzar, lo dejé olvidado en el taller y antes de entrar en el coche le dije a Mr.Wethey, que lo había dejado arriba y que necesitaba llevarlo por que era muy útil para mí, a lo que me contestó: “it is no useful, but essential”.(era un cachondo).

Así comenzó el trabajo
1º.- Procedimos a desmontar la montaña de teléfonos que había allí acumulados y ordenarlos en el suelo a fin poderlos contar con cierta facilidad.

2º.- A continuación fuí probándolos uno a uno, utilizando un pequeño dispositivo diseñado y montado en el Laboratorio de Pruebas de Vida (Control de Calidad.)Prácticamente todos tenían el bastidor roto y el timbre mudo.

3º.- Una vez reparado el apto. ,especialmente de fallos en el timbre por acumulación de virutas metálicas en los entrehierros, se le colocaba un bastidor nuevo y a continuación se enviaba a HK Telephone Co.

Respecto a las roturas de los bastidores , la mayor parte de ellos, como he escrito al principio, presentaban una fina línea de una substancia, como un sudor, que era por donde posteriormente se abrían. Este problema era debido a la llamada “migración de plastificante”. Para quien no lo sepa, un plastificante es una substancia que, incorporada al plástico, incrementa su flexibilidad, manejabilidad y elasticidad, disminuyendo la dureza y rigidez. Los plastificantes son productos esenciales y mayoritarios dentro del producto acabado, lo que ha originado que desde un principio su utilización haya sido vigilada y controlada. Los plastificantes son sustancias que se agregan en la fabricación del compuesto de PVC para impartirle blandura y flexibilidad. Debido a su performance y bajo costo, los plastificantes crean productos para el consumidor y la industria que son versátiles, durables y accesibles. Alrededor del 93% de los plastificantes son ftalatos, quedando aproximadamente un 7% correspondiente a ésteres o poliésteres basados en adipatos, ácido fosfórico, sebácico, etc., El PVC (usado en la fabricación de pasachasis en los cordones de extensión y microteléfonos) consiste en una larga cadena de polímeros con alto peso molecular. Los plastificantes, como los ésteres de ftalatos, son líquidos. Las condiciones de procesamiento – que involucran calor y a veces presión— hacen que los polímeros y los líquidos se junten. En el nuevo estado, el líquido actúa como un lubricante interno y permite que las cadenas del polímero se muevan las unas hacia las otras, brindando flexibilidad. Entonces este material puede ser moldeado o formado en una variedad de productos útiles.

Pués bien, la rotura de los bastidores, debido a la “migración”, provenía según parece de dos fuentes. Por un lado el contacto del pasachasis (grommet) con el bastidor, unido al calor y la humendad en Hong Kong y a la presión mecánica que, en algunos casos, había en estos puntos, provocaba esta “migración”, causante de la rotura del plástico del bastidor (ABS). Pero también había otra posible causa, que fue descubierta en los laboratorios de STL (Londres) y era la producción de ciertos vapores producidos dentro de las bolsas de plástico que cubrían los aparatos telefónicos.

Yo hice algunas pruebas con bastidores nuevos llegados de Málaga, introduciéndolos en bolsas bien cerradas. Al cabo de unos días algunos bastidores presentaban fisuras. Tras el informe de STL las bolsas que envolvían los aptos. y los bastidores llegaban con orificios realizados para facilitar la evacuación de dichos vapores.

Así era mi vida un dìa cualquiera
Del Hotel Ambassador, en el cual estuve dos o tres días, pasé al Hotel Fortuna, en la misma calle que el primero, pero más barato, ya que Mr.Wethey pensó que, a la vista del tiempo que se suponía iba a estar en Hong Kong, la factura del primero podría ser demasiado elevada. Como expuse al principio, llegué a esta ciudad a mediados de Agosto y regresé a Málaga a mediados de Diciembre. El 16 de Enero de 1967 nacía mi tercer hijo. (el pequeño tiene ahora- Abril de 2008- 41 años).

A primera hora de la mañana, tras desayunar en el hotel, unas veces venían a buscarme en un coche de ITT, y otras iba en taxi hasta la fábrica de Transelectronic, que estaba también en al península de Kowloon, pero algo más al interior.

El trabajo se interrumpía entre las 11 y las 12 del mediodía, momento en que almorzaban en la misma fábrica las cuatro chinas que trabajaban conmigo y el resto de operarios que había en la fábrica. Por cierto que lo único que me enseñaron de aquel taller era una cadena de montaje de un pequeño televisor hecho allí, al cual le ponían una carcasa de plástico con la leyenda:”Made en USA”(así se escribe la historia).

En ese tiempo yo aprovechaba para tomar algún zumo y un dulce. Las chicas volvían pronto y a veces traían, dentro de una bolsa de plástico de las que se utilizaban para envolver el microteléfono, unas cuantas cucarachas asadas a modo de postre. Cuando el primer día me las ofrecieron se partieron de risa al ver la cara de asco que puse cuando las ví.

Al poco tiempo, a eso de las 13 horas, me recogían Mr.Wethey, Mr. Guiford (el controler) y un chino con una hermosa coleta y que al preguntarle si era chino me contestó con cierto enfado que no, que era americano. Creo que era un jefecillo de taller.

En el coche de la compañía íbamos al restaurante del Aeropuerto que era el único decente que había cerca de la fábrica. Todavía recuerdo la cara de “coña” que pusieron los camareros uno de los días al ver como un hermoso albondigón era disparado hacia la puerta impulsado por la presión ejercida por mis “sticks”.

Posteriormente volvíamos a la fábrica adonde permanecía hasta alrededor de las 4 ó 5 de la tarde.

A partir de ese momento el día era mío. Aparte de numerosos paseos para conocer la ciudad, por cierto bastante tranquila y agradable, iba con cierta frecuencia al cine; buscaba las películas habladas en chino con subtítulos en inglés: ¡era la única forma de enterarme! Como a veces iba a la última sesión observaba que al terminar la película y al encenderse las luces salía en pantalla una fotografía de su graciosa majestad la reina Isabel acompañada del ”God save the Queen” ; como es natural, los pocos ingleses que estaban en la sala en ese momento permanecían firmes mientras sonaba la música: los chinos salían pitando sin hacer el menor caso.

Epílogo
Durante los cuatro meses que duró mi estancia en esa ciudad tuve la oportunidad de hacer varias visitas tanto en la península de Kowloon, como en la isla Victoria, centro principal de la Administración y centro comercial y turístico. En la mayoría de estas salidas solía acompañarme Daniel Cavero, gracias a lo cual fui conociendo sitios bastante interesantes.

Cuando llegué aquí una de las cosas que me extrañó fue ver los típicos autobuses ingleses de dos pisos con publicidad de Cerveza San Miguel. Yo en principio pensé que era producto de la exportación española. Posteriormente me enteré que en 1890 el español Enrique Barreto abrió en Manila, en el distrito de esta capital que lleva el nombre de San Miguel, la fábrica de cerveza San Miguel, la primera fábrica de estas características del sudeste asiático. En 1946 nace en España otra fábrica cervecera bajo el nombre de La Segarra. Siete años más tarde, Andrés Soriano, presidente de San Miguel filipina llega a un acuerdo con La Segarra para que ésta siga produciendo su cerveza bajo el nombre de San Miguel, y así nace San Miguel, Fábrica de Cerveza y Malta, S.A. Conclusión: que los chinos ya bebían mucho antes que nosotros la cerveza San Miguel filipina.

Al poco tiempo de estar aquí llegó el director general D. Mariano Gómez Mira, que junto con Lorenzo Martínez venían a interesarse por la marcha de la reparación de aparatos.

Una de las cosas que me perdí fue la invasión pacífica de la colonia por parte de los guardias rojos de la revolución cultural (Mao Set Tun), que entraron en Hong Kong en Enero de 1967.

Como final he de señalar que este viaje, el primero que hacía fuera de España, fué una experiencia muy gratificante, a pesar del enorme trabajo que tenía por delante y de la preocupación de no saber exactamente cuando iba a volver a casa, esperando la llegada de mi último hijo.

Rafael Serrano Calvo

2 comentarios:

Rafael Vertedor dijo...

Esto de la suciedad en los entrehierros del timbre era un problema endémico que se repitió también en la exportación de Aparatos Góndola a Australia, 15 años más tarde que en HK.

A mi, como a tí ántes en HK, me eviaron a Sydney para reparar aparatos. El principal problema que tenían era la mencionada suciedad en los entrehierros del timbre

Lorenzo Martínez dijo...

Rafael: no sabes lo que me alegra que hayas escrito esto. Trataré de completarlo con lo que yo se sobre el mismo tema. Un abrazo.