domingo, 30 de diciembre de 2007

¿Somos apreciados los españoles en Sudamérica?

No voy a dar una contestación definitiva a esta pregunta pero sí voy a contar algunas anécdotas que me ocurrieron con algunos sudamericanos en los viajes de trabajo que hice para Citesa
Mi conclusión es que el hecho de la conquista todavía tiene su peso en el sentimiento hacia nosotros que tienen no sé si pocos, algunos o muchos de ellos.

Sydney, Australia. Diciembre 1981
Citesa me había enviado a organizar la reparación de un lote de Aparatos Góndola que habíamos exportado a Australia y que tenían algunos problemas de calidad.
STC (Standard Telephones & Cables) era la firma australiana asociada a ITT, como Citesa entonces, y ellos se encargaban de gestionar el contrato con Telstra, la operadora local que había comprado los teléfonos.
Se montó un taller de reparación en Liverpool, una ciudad cercana a Sydney en una parte de un edificio en construcción que iba a ser una segunda planta industrial de STC, además de la que ya tenía en el mismo Sydney
Las operarias que trabajaban en la línea de reparación eran de diferentes nacionalidades. Estaban una chica griega, otra polaca, una irlandesa, otra iraní, una más alemana y sólo una australiana. La mayoría, por tanto, eran emigrantes (en STC trabajaban en la época personas de hasta 19 nacionalidades diferentes). El encargado de la línea era un ingeniero filipino llamado Eddie Noche (Noc, pronunciaban ellos).
Un día llegó una chica chilena a trabajar con nosotros y Eddie Noche me dijo: “Rafael, esta chica nueva es chilena. A lo mejor te apetece hablar en español con ella”.
Acogí la idea encantado porque llevaba casi 30 días hablando en inglés. Mi nivel entonces no era muy alto y me habían enviado allí porque era uno de los pocos que podía defenderme en ese idioma en aquella época.
Eddie me presentó a la chilena diciéndole: “Te presento a Rafael que es español y a lo mejor os gustaría hablar a los dos en vuestra lengua materna”.
Las primeras palabras que me dirigió la chica chilena en español fueron: “Vosotros, los españoles, fuisteis los conquistadores que matásteis a los indígenas y os llevásteis las riquezas de Sudamérica”.
A pesar del tono rudo que empleó para decirme esas palabras no quise responderle con la frase típica: “Probablemente fueron tus antepasados los que estuvieron allí. Los míos se quedaron en España”

Santiago de Chile. Año 1997 ó 98
Javier Pareja y yo habíamos terminado de comer en un restaurante y nos dirigíamos hacia la salida. De pronto, Javier se dio cuenta de que se había dejado olvidado algo en la mesa donde habíamos estado y me dijo que me esperara que iba a buscarlo.
Yo me quedé de pié delante de una mesa donde estaban dos señoras de mediana edad, elegantemente vestidas y una de ellas, que seguramente había detectado nuestro acento español, me interpeló:
“ Perdone, Vds. son españoles, ¿verdad?”.
Yo respondí que sí y ella volvió a preguntar: “Y vienen Vds. en viaje de trabajo, ¿no es así ?".
“Así es, señora. Perdone, ¿por qué lo pregunta?" , respondí yo.
Y entonces, agriando el gesto de su cara me dijo: “Ya vinieron Vds. hace unos siglos con la conquista y ahora vuelven a conquistarnos con sus empresas”.
Yo le dije: “Perdone señora, nosotros no hemos venido a conquistar a nadie, sólo a trabajar”. En eso llegaba Javier y sin querer prolongar la conversación me despedí de ella deseándole buenas tardes.

Lima, Perú. Año 1998 ó 1999
No recuerdo exactamente la fecha ,pero estábamos iniciando la exportación de los Aparatos Semipúblicos a Telefónica del Perú. Habíamos ido Javier Pareja y yo a ver a los responsables de varias áreas de Telefónica y una de nuestras visitas fue a conocer a la Directora de Logística, la señora G.T. Sólo teníamos referencias de ella y era la primera vez que la visitábamos.
La señora nos recibió en su despacho y enseguida empezó a hablar de lo que ella llamaba el trato prepotente y rudo de los españoles hacia los peruanos. Al parecer, ella no había tenido muy buenas experiencias con sus jefes españoles y generalizaba con todos nosotros. Yo le dije: “Perdone señora, pero nosotros no somos así. Le invito a que nos visite en España y podrá comprobarlo”. Ella nos dijo: "¿A España?. Yo jamás iré allí".
A pesar de ese recibimiento tengo que decir que en los años que sucedieron tuve ocasión de tratar con ella en numerosas oportunidades y la relación fue muy cordial, incluso nos ayudó en algunos problemas de retraso de pago de facturas aunque no era su responsabilidad directa.


Otras datos sobre la percepción que tienen de los españoles en Perú
Realmente, por otras conversaciones con peruanos, ellos nos perciben a los españoles como gente muy directa en la forma de hablar y algo ruda en las formas. Recuerdo, por ejemplo, que alguien me daba el siguiente ejemplo de rudeza en las formas, o al menos ellos lo perciben así. “Vds. cuando comienza una reunión y están entregando a los asistentes su tarjeta de visita, no la depositan en la mesa delante de la persona sino que la tiran como si estuvieran repartiendo cartas”. Ese gesto lo perciben ellos como un cierto menosprecio
La estatua ecuestre de Francisco Pizarro, de la que existe una copia gemela en su ciudad natal de Trujillo, estaba situada en una esquina de la Plaza de Armas de Lima. Me contaba un peruano que esa estatua en otros tiempos había estado en el mismo centro de la Plaza en honor al fundador de la ciudad. Sin embargo, la figura del español era objeto de controversia entre los limeños ya que para muchos pesaba más la condición negativa de conquistador de Pizarro que el honor que le pudiera corresponder como fundador de la ciudad. Y la situación de la estatua que ha sido movida a diferentes sitios refleja ese estado de opinión. En 2004 fué trasladada al Parque de la Muralla.
En este enlace que aparece a continuación puede verse la historia del monumento.
Estatua ecuestre de Francisco Pizarro


Otras experiencias en estos temas de otros citesianos
Varios más de nosotros, los citesianos, seguro que han tenido experiencias similares en Sudamérica y que podrían contárnoslas como complemento a esta entrada.

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